Las tarjetas revolving se comercializan como un producto sencillo, sin aparentes costes ni comisiones y con unas cuotas muy asequibles para devolver el dinero prestado.
¿Cuál es el problema? Que esas cuotas tan bajas esconden unos tipos de interés tan altos que prácticamente no permiten amortizar nada del capital adeudado. De este modo, aunque el cliente pague las cuotas, la deuda no disminuye.
Esto supone una serie de riesgos que venimos a analizar:
1. Promueve el consumo
Al tener el crédito disponible el consumidor puede utilizarlo cuando desee, ya sea para compras habituales, pago de facturas… Hay que tener en cuenta que cada euro devuelto se convierte en un euro disponible para ser prestado de nuevo.
Además, como no se devuelve la totalidad del saldo siempre queda un remanente de deuda que genera intereses.
De hecho, las entidades financieras suelen incentivar el uso de estas tarjetas y buscar que el pago mensual, sea lo más bajo posible. Al devolver cada mes una cantidad pequeña, se tarda muchos meses en devolver la deuda y con ello se pagan intereses durante periodos muy prolongados.
En definitiva, el consumidor termina incurriendo en un constante endeudamiento.
Muchos usuarios de tarjetas revolving terminan pagando prácticamente solo intereses, de modo que nunca terminan de amortizar el capital. Por lo que se encuentran ante una situación de que por mucho dinero que devuelvan, su deuda apenas disminuye.
2. Incorporan elevadas tasas de interés
Este tipo de tarjetas aplican unos elevados intereses sobre las compras aplazadas o fraccionadas. Se trata de intereses mucho más elevados que los propios de cualquier préstamo personal convencional, de manera que no resulta rentable operar de manera habitual con ellas.
Los intereses superan el 25% TAE en muchos casos, y el 20% TAE en la práctica totalidad de ellos.
Es precisamente este elevado interés lo que ha hecho que se considere un crédito usurario, y pueda reclamarse mediante la aplicación de la Ley de Usura de 1908.
3. Comercialización poco transparente
Por lo general, estos productos han venido siendo comercializados de forma muy poco transparente, violando en muchos casos la Ley de Condiciones Generales de Contratación y los requisitos de transparencia.
Ha sido práctica común de las entidades comercializadoras de tarjetas revolving el destacar en sus folletos y contratos de forma muy clara que su expedición es gratuita, mientras que al mismo tiempo se mostraba de forma muy poco transparente los intereses aplicados, en muchos casos utilizando una letra prácticamente pequeña en el reverso del contrato o bien frases complicadas para dificultar su comprensión al propio cliente.
4. Acumulación de intereses junto con la deuda
Debido al funcionamiento de las tarjetas revolving, es posible fijar el cobro en cuenta de cantidades mensuales bajas. Sin embargo, lo cierto es que la cuota pagada cada mes puede no ser suficiente ni para pagar los intereses generados. El resultado es que la deuda no para de crecer, sin que el titular se percate del problema, hasta pasado un tiempo.
Lo más habitual es que los titulares de estas tarjetas continúen pagando cuotas durante una larga temporada. Es entonces cuando llega la sorpresa y descubren que prácticamente sólo han estado amortizando intereses y la deuda acumulada es disparatada.
Imagina, por ejemplo, que acuerdas una cuota mínima de 20 euros mensuales, pero tan sólo los intereses generados por el aplazamiento de tus compras ya suponen esa cantidad o incluso un importe superior.
Por lo que la deuda acumulada habrá crecido y el contrato establece un porcentaje mínimo a liquidar.
Si en ese momento no te molestas en comprobar el problema o continúas pagando el importe mínimo posible, ten por seguro que tiempo después descubrirás que tu deuda no ha parado de crecer.
5. Modalidad de pago aplazado por defecto
Por otra parte, las tarjetas revolving son emitidas por defecto en la modalidad de pago aplazado, por lo que, si el titular no lo cambia, todas sus compras serán fraccionadas y aplazadas para la liquidación en meses posteriores.
Es más, determinadas tarjetas revolving sólo admiten la modalidad de pago aplazado, dado que supone que vamos a terminar pagando intereses, incluso por aquellas compras que podíamos haber pagado sin problema el mismo mes de su realización.
Si eres titular de una de estas tarjetas revolving y no sabes los riesgos que eso supone, no dudes en ponerte en contacto con DOBLE A CONSULTING, un equipo especializado de abogados estará encantado de asesorarte así como de poder recuperar tu dinero.